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Especialidad

Intestino Irritable tratamiento en CDMX México Col del Valle

Doctor:

Octavio Rojas Díaz

Especialidad 

Gastrocirujano / Intestino Irritable

Dirección

Av. Coyoacán 715

Cp 03100 Col Del Valle CDMX 

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Colitis Intestino Irritable

El síndrome del intestino irritable es una afección clínica crónica muy frecuente, aunque poco comprendida y sin cura conocida en la actualidad. A pesar de esto, la mayoría de los médicos están familiarizados con los síntomas asociados a esta afección. El síndrome puede afectar inexplicablemente a cualquier persona, independientemente de la edad o el género, y puede predominar en cualquier parte del tracto gastrointestinal, aunque es más común en el intestino grueso.

 

A menudo se le conoce como colitis, colitis nerviosa, colon irritable, colitis espástica, aunque esta denominación es incorrecta, ya que se ha demostrado que las alteraciones pueden afectar a todas las zonas del tracto digestivo, incluyendo el esófago.

El síndrome del intestino irritable se caracteriza por una alteración en la motilidad intestinal, aunque la estructura del intestino es normal. Los síntomas comunes incluyen distensión abdominal, dolor o molestias abdominales y cambios en los hábitos intestinales que pueden disminuir la calidad de vida.

Esta afección funcional es considerada la más común en la actividad intestinal y se presenta en todos los continentes con una incidencia similar. En México, se estima que el 20% de la población padece este trastorno.

Se han atribuido varias causas al origen de los síntomas, incluyendo trastornos psicosociales, alteraciones en la motilidad gastrointestinal, hipersensibilidad visceral, disfunciones del sistema nervioso autónomo y anormalidades en las percepciones sensoriales y cerebrales.

 

Recientemente, se ha sugerido que la activación de células inflamatorias en el epitelio del colon y en el plexo nervioso mientérico del yeyuno puede ser una base inmunológica. Actualmente se está investigando el papel de las infecciones gastrointestinales en el desarrollo de esta afección funcional. Además, se han reportado casos de presentación familiar, lo que sugiere un posible origen genético.

 

Todos estos factores apuntan a una fisiopatología multifactorial en la presentación de estos trastornos funcionales del intestino, aunque aún no se ha definido la influencia de cada uno de estos mecanismos en cada paciente.

El factor emocional desempeña un papel importante en el desencadenamiento de los episodios dolorosos y en los trastornos de la motilidad intestinal. Es esencial realizar un diagnóstico preciso para un manejo adecuado, debido a la diversidad de los síntomas y la dominancia de los mismos en cada paciente en particular.

 

En general, el diagnóstico se establece después de haber excluido patologías orgánicas que puedan presentar síntomas similares.

Tipos de acuerdo a los patrones de motilidad intestinal

Los criterios para evaluar los patrones de motilidad intestinal incluyen:

  1. Menos de tres evacuaciones a la semana.

  2. Más de tres evacuaciones al día.

  3. Heces duras.

  4. Heces suaves o diarrea.

  5. Dificultad para defecar.

  6. Urgencia para defecar.

  7. Sensación de evacuación incompleta.

  8. Evacuación con moco.

  9. Distensión abdominal y flatulencia.

Predominio de diarrea: se presenta cuando se cumple con uno o más criterios de los números 2, 4 y 6, y la ausencia de los criterios 1, 3 y 5.

Predominio de estreñimiento: se presenta cuando se cumple con uno o más criterios de los números 1, 3, 5 y 6, y la ausencia de los criterios 2, 4 y 6.

Alternancia de diarrea y estreñimiento: no hay una definición estricta para este patrón.

Además, es importante considerar la presencia de "síntomas de alarma" y realizar estudios básicos como una biometría hemática completa con velocidad de sedimentación globular, química sanguínea, coproparasitoscópico, coprocultivo, coprológico, sangre oculta y anticuerpos para enfermedad celíaca, así como un colon por enema o una colonoscopia. Estos estudios son útiles para descartar enfermedades orgánicas del tracto gastrointestinal, pero pueden aumentar la carga económica.

 

Por esta razón, muchos médicos optan por seguir el criterio basado en los síntomas y solo recurren a los estudios si se presentan síntomas de alarma como dolor atípico, pérdida de peso, cambio en los síntomas predominantes, sangre en las heces o examen clínico anormal.

Síntoma Interpretación

  • Dolor abdominal que se alivia con la comida

  • El dolor podría estar relacionado con el estómago

  • Diarrea y dolor abdominal

  • La función intestinal está alterada

  • Estreñimiento y dolor abdominal

  • La función intestinal está alterada

  • Distensión abdominal después de comer

  • La enfermedad no es probable que sea orgánica

  • Sensación de ardor anal

  • El recto está irritado

  • Sangrado rectal

  • El recto está irritado

Para abordar el tratamiento del síndrome del intestino irritable, es fundamental aliviar los síntomas y proporcionar al paciente un soporte psicológico adecuado, fomentando la comprensión de los aspectos emocionales que intervienen en este trastorno funcional.

 

Es importante descartar enfermedades orgánicas y explicar al paciente los mecanismos fisiopatológicos que causan los trastornos de la motilidad intestinal o la hipersensibilidad visceral, para que pueda aceptar que se trata de un trastorno funcional y lograr un manejo racional y efectivo.

Terapia médica 

Existen diversas opciones de tratamiento para el síndrome de intestino irritable, incluyendo la terapia médica con fármacos y la terapia psicológica.

 

La terapia médica se basa en el uso de antiespasmódicos y agentes que modifican la motilidad intestinal. La terapia psicológica busca reducir el estrés emocional y enseñar al paciente recursos para manejar su condición.

La dieta también juega un papel importante en el tratamiento del síndrome de intestino irritable. Se recomienda evitar los alimentos irritantes para la mucosa del colon, los que son difíciles de digerir y los que causan exceso de gas, como el azúcar refinada, la cafeína, las grasas, los lácteos, las bebidas gaseosas, los picantes y los condimentos.

 

En cambio, se debe consumir una dieta rica en fibra, líquidos y hacer ejercicio regularmente. Sin embargo, es importante tener en cuenta que cada paciente puede reaccionar de manera diferente a ciertos alimentos y es necesario un interrogatorio detallado para determinar el contenido de la dieta y su relación con el cuadro de colon irritable.

Colitis 

Colitis es una afección que se produce debido a la inflamación aguda o crónica del colon. Se trata de una enfermedad que puede manifestarse en diferentes formas, desde leves y autolimitadas hasta colitis tóxicas que pueden resultar muy graves. A diferencia del Síndrome de Intestino Irritable o Colitis Irritable, existe un factor causal conocido que desencadena la colitis.

Analizaremos las variedades de Colitis, con exclusión de la enfermedad de Crohn.

Etiologías:

 

  • Las causas de la colitis se dividen en tres categorías: infecciosas, misceláneas y otras. Dentro de las infecciosas, podemos encontrar bacterias, virus, parásitos y hongos. Las causas misceláneas incluyen la colitis isquémica, por radiación, microscópicas (colágena y linfocítica), eosinofílica, por derivación, por medicamentos o productos químicos y tiflitis neutropénica. Además, hay otras causas, como el síndrome hemolítico urémico, enfermedad del tejido conectivo, vasculitis, amiloidosis, síndrome de Behcet, leucemia linfocítica crónica, linfoma y proctocolitis alérgica, entre otras.

  • La colitis tiene causas infecciosas, misceláneas y otras. Dentro de las infecciosas, se incluyen bacterias, virus, parásitos y hongos. Las causas misceláneas son la colitis isquémica, por radiación, microscópicas (colágena y linfocítica), eosinofílica, por derivación, por medicamentos o productos químicos y tiflitis neutropénica. Las otras causas de colitis incluyen el síndrome hemolítico urémico, enfermedad del tejido conectivo, vasculitis, amiloidosis, síndrome de Behcet, leucemia linfocítica crónica, linfoma y proctocolitis alérgica, entre otras.

  • Las causas de la colitis se clasifican en infecciosas, misceláneas y otras. Las infecciosas son bacterianas, virales, parasitarias y fúngicas (hongos). Las causas misceláneas incluyen colitis isquémica, por radiación, microscópicas (colágena y linfocítica), eosinofílica, por derivación, por medicamentos o productos químicos y tiflitis neutropénica. Las otras causas de colitis son el síndrome hemolítico urémico, enfermedad del tejido conectivo, vasculitis, amiloidosis, síndrome de Behcet, leucemia linfocítica crónica, linfoma y proctocolitis alérgica, entre otras.

Evaluación y diagnóstico 

Debido a que la colitis puede tener diversas causas, los síntomas varían en intensidad y presentación. Entre los síntomas comunes se encuentran dolor abdominal, diarrea con o sin sangre y mucosidad, así como signos de deshidratación. Es importante conocer en el historial clínico la duración y el inicio de los síntomas, así como las características de la diarrea.

 

Se debe preguntar por antecedentes de viaje al extranjero, contacto con mascotas y enfermedades previas, como enfermedades cardiovasculares o radioterapia previa, así como la ingesta de medicamentos como inmunosupresores y antibióticos, entre otros.

Un examen físico completo que incluya una exploración detallada de la cavidad abdominal, el ano y el recto es fundamental. Entre los exámenes complementarios para el diagnóstico de la colitis se incluyen la colonoscopia, los rayos X y los exámenes de materia fecal como el coprocultivo, el coproparasitoscópico y el coprológico, así como los exámenes de sangre y las biopsias.

La colonoscopia es el método ideal para establecer el diagnóstico y la extensión del daño en el colon. Durante este procedimiento, se pueden tomar muestras de tejido para su análisis. Sin embargo, está contraindicada en casos de colitis aguda y grave debido al riesgo de perforación. Los rayos X también pueden ayudar a visualizar la morfología e integridad del colon.

Colitis bacterianas 

Es un proceso infeccioso causado por bacterias:

Escherichia coli: 

Es uno de los principales componentes de la microflora intestinal. En cuanto a los hallazgos endoscópicos, se pueden observar enrojecimiento focal, hinchazón, ulceraciones y, en ocasiones, pseudomembranas. Los leucocitos fecales son positivos.

 

El diagnóstico también puede realizarse por la presencia de toxinas y mediante cultivo. Generalmente, el cuadro clínico es autolimitado, por lo que el tratamiento es de soporte; en los casos más graves se pueden utilizar antibióticos, siendo las quinolonas la primera opción.

Salmonella:

Es una bacteria que puede causar infección en el tracto intestinal de las personas. El principal modo de transmisión es a través de alimentos contaminados. Los síntomas incluyen fiebre, dolor abdominal, diarrea y vómitos. En algunos casos, la infección puede ser grave y requerir hospitalización.

 

El tratamiento generalmente consiste en una adecuada hidratación y medidas de soporte, aunque en casos graves puede ser necesario el uso de antibióticos.

Salmonella:

Es una bacteria que puede causar infección en el tracto intestinal de las personas. El principal modo de transmisión es a través de alimentos contaminados. Los síntomas incluyen fiebre, dolor abdominal, diarrea y vómitos. En algunos casos, la infección puede ser grave y requerir hospitalización. El tratamiento generalmente consiste en una adecuada hidratación y medidas de soporte, aunque en casos graves puede ser necesario el uso de antibióticos.

Campylobacter:

El Campylobacter jejuni es una bacteria que causa principalmente gastroenteritis en humanos. En el 90% de los casos, se presenta con fiebre y diarrea, en el 70% con dolor abdominal y en el 50% hay evacuaciones con sangre.

 

El contagio ocurre a través del consumo de alimentos contaminados, especialmente carne de ave cruda o mal cocida. El tratamiento consiste en hidratación adecuada y en algunos casos, se puede administrar antibioterapia.

Yersinia:

La Yersinia enterocolítica es capaz de causar desde una gastroenteritis simple hasta ileítis invasiva y colitis. Tiene la capacidad de invadir el epitelio, incluso el íleon terminal, y produce una enterotoxina.

 

El cuadro de enterocolitis es más común en niños menores de 5 años, mientras que en mayores de esta edad puede presentarse como una adenitis mesentérica que se asemeja a una apendicitis aguda. Los leucocitos fecales suelen ser positivos. El diagnóstico puede realizarse mediante cultivo o pruebas serológicas.

En general, el tratamiento para la Yersinia enterocolítica es de soporte, ya que suele ser una enfermedad autolimitada. Sin embargo, en casos graves o en pacientes con el sistema inmunológico debilitado, se pueden utilizar antibióticos.

Clostridium:

Uno de los tipos de Clostridium más conocidos es el Clostridium difficile, un bacilo anaeróbico grampositivo que se espora. Este microorganismo produce dos enterotoxinas que pueden desencadenar una serie de síntomas en el colon. El cuadro clínico más conocido es la colitis pseudomembranosa, una infección que se relaciona con el uso de antibióticos y que puede aparecer después de una o tres semanas de su ingesta. Los síntomas incluyen diarrea, dolor abdominal de tipo cólico, tenesmo, náuseas, vómitos, fiebre, deshidratación, y en casos graves, megacolon tóxico y perforación colónica.

El diagnóstico de la infección por Clostridium difficile es difícil debido a que es un microorganismo complicado de cultivar. Sin embargo, se puede realizar un análisis de la toxina que es positivo en más del 90% de los casos. También se puede emplear una radiografía abdominal para descartar complicaciones como el megacolon o la perforación colónica.

El tratamiento se basa en suspender el uso de antibióticos, si es posible, y brindar medidas de soporte para controlar los síntomas. Además, se debe aislar a los contactos, ya que la infección es altamente contagiosa a través de las esporas. El metronidazol es el tratamiento de elección para la infección por Clostridium difficile.

Aeromonas:

 

Es un microorganismo muy común en el ambiente acuático, que produce una enterotoxina. Por lo general, causa una diarrea autolimitada, aunque en algunos casos puede evolucionar a una diarrea crónica con presencia de sangre, en un 22% de los casos. El tratamiento incluye medidas de soporte y, en casos graves, se pueden administrar antibióticos.

Espiroquetas La más común es el Treponema pallidum. Actúa atacando la superficie apical epitelial del apéndice, ciego, colon y recto. La inflamación se produce por penetración en la mucosa. Se trata de una enfermedad de transmisión sexual. Las manifestaciones clínicas pueden variar desde casos asintomáticos hasta diarrea con poco volumen, sangrado, moco o pus y tenesmo. El tratamiento consiste en altas dosis de antibióticos.

Tuberculosis colónica:
 

La tuberculosis es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Mycobacterium tuberculosis que puede afectar cualquier parte del sistema digestivo. La inmunosupresión, especialmente por el VIH/SIDA, ha llevado a un aumento en la incidencia de la enfermedad.

 

El diagnóstico diferencial más importante es con la enfermedad de Crohn. Los síntomas más comunes son dolor abdominal y diarrea con sangre en el 90% de los casos. En dos tercios de los casos, se puede sentir una masa en el cuadrante inferior derecho del abdomen. Las complicaciones incluyen hemorragia, obstrucción, perforación (rara), fístulas y malabsorción. Menos del 50% de los pacientes con tuberculosis gastrointestinal también tienen tuberculosis pulmonar debido a la ingesta de la bacteria.

 

El tratamiento habitual es una terapia combinada durante 12 meses que incluye isoniazida, pirazinamida y rifampicina. La cirugía se realiza cuando hay obstrucción o se sospecha cáncer. Por lo general, las fístulas responden bien al tratamiento médico. 

Mycobacterium avium intracellulare:

Es una causa frecuente de diarrea aguda en hombres homosexuales con VIH. Produce dolor abdominal cólico, diarrea con sangre, fiebre y pérdida de peso. Endoscópicamente se puede observar una mucosa frágil, con ulceraciones lineales u ovaladas. La arquitectura glandular, en general, se mantiene. En la histología se encuentra un infiltrado intersticial histiocítico PAS-positivo. El tratamiento incluye una combinación de antibióticos específicos para combatir la infección.

Colitis virales

El citomegalovirus:

Perteneciente a la familia herpesviridae, es la causa viral más importante de infecciones oportunistas en pacientes inmunosuprimidos, especialmente aquellos con SIDA. Esta infección, de transmisión sexual, puede afectar a cualquier órgano, aunque su compromiso gastrointestinal es poco frecuente y se manifiesta como proctocolitis ulcerativa. Entre sus síntomas se encuentran la diarrea con sangre, fiebre, dolor abdominal cólico, pérdida de peso e incluso perforación. El tratamiento consiste en el uso de ganciclovir y en casos de enterocolitis grave, puede ser necesaria la cirugía.

Colitis parasitarias

Amebiasis

La Entamoeba histolytica es la ameba más común y puede afectar varios órganos. El cuadro clínico puede variar desde portador asintomático hasta producir una enfermedad grave. La transmisión es fecal-oral.

 

Cuando se encuentran quistes en las heces, el paciente es portador asintomático; en cambio, cuando se observan trofozoítos con eritrocitos intracitoplásmicos, nos indica una infección activa. Produce dolor abdominal y diarrea con sangre. En 10% de los casos, produce colitis tóxica.

 

También puede haber diseminación sistémica, en la que frecuentemente hay compromiso hepático. En algunos casos, se producen amebomas, que son masas granulomatosas, densas y fibrosas capaces de causar obstrucción e intususcepción.

El examen parasitológico de las heces es positivo en más del 90% de los pacientes. Se pueden realizar pruebas serológicas como la hemaglutinación indirecta y ELISA. El tratamiento depende de la gravedad de la enfermedad.

Cryptosporidium:

 

Se observa con más frecuencia en contacto con animales. Ataca el epitelio intestinal y puede producir fiebre baja, cólicos abdominales, diarrea acuosa profusa y leve sangrado rectal. El tratamiento incluye hidratación y antibióticos.

Balantidiasis:

Esta entidad infecciosa es poco común. Lo relevante de este microorganismo es que es tratable, pero puede tener una evolución severa. Es un protozoo ciliado y, debido a su tamaño, puede ser visible a simple vista. Su transmisión se da a través de cerdos infectados, y pueden existir portadores sin síntomas.

 

Los síntomas pueden variar desde leves diarreas o estreñimiento hasta diarreas con sangre, dolor abdominal, tenesmo y deshidratación. Incluso puede llegar a causar shock y muerte. El tratamiento recomendado es el metronidazol.

Whipworm:

El parásito en cuestión es el Trichuris trichiura, que se adquiere por la ingestión de huevos infectados. El adulto puede medir entre 3 y 5 cm, y afecta la mucosa del ciego, donde puede permanecer por años. En casos graves, puede extenderse por todo el colon.

 

Algunos pacientes pueden ser portadores asintomáticos, mientras que otros pueden presentar dolor en el cuadrante inferior derecho. Los síntomas clínicos pueden incluir evacuaciones con sangre, diarrea, anemia, emaciación y, en algunos casos, cuadros de apendicitis y prolapso rectal.

 

Además, se suele observar eosinofilia periférica y se pueden visualizar los huevos en las heces. El tratamiento recomendado es el mebendazol.

Linfogranuloma venéreo:

El agente causal es la Chlamydia trachomatis, un parásito intracelular obligatorio que se transmite por contacto sexual. La infección se desarrolla en varias etapas: en primer lugar, aparece una úlcera indolora que desaparece; luego, puede presentarse una adenopatía inguinal, junto con fiebre, abscesos y fístulas; más tarde, se generan cambios fibróticos que pueden llevar a estrecheces rectales.

 

El diagnóstico se realiza mediante cultivos y serología (fijación del complemento y microinmunofluorescencia). El tratamiento recomendado es el uso de antibióticos.

Colitis fúngicas (hongos)

Candidiasis o moniliasis:

La Candida sp. es una infección que suele darse en pacientes inmunosuprimidos (por quimioterapia, VIH/SIDA o tratamiento esteroidal) o en aquellos que han estado sometidos a tratamiento prolongado con antibióticos de amplio espectro.

 

Esta infección puede provocar diarrea sin sangre y dolor abdominal. El tratamiento recomendado es el uso de antimicóticos.

Histoplasmosis:

Este microorganismo produce una infección subclínica en personas sanas, pero en aquellos que tienen el sistema inmunológico comprometido, puede manifestarse como una enfermedad diseminada.

 

Lo más frecuente es que se presente como un compromiso pulmonar, aunque también puede afectar al íleon terminal y al colon derecho. Los síntomas incluyen diarrea, sangrado, obstrucción intestinal debido a estrechamientos y perforación. El tratamiento recomendado es el uso de antimicóticos.

Colitis misceláneas

Colitis isquémica:

Se trata de un síndrome que se produce como consecuencia de una enfermedad vascular, tanto oclusiva como no oclusiva, que afecta al colon. Este diagnóstico debe sospecharse especialmente en pacientes que presentan enfermedad cardiovascular, arritmias, vasculitis o que han sido sometidos a cirugía aórtica.

 

Los síntomas pueden variar desde sangrado indoloro hasta dolor abdominal, evacuaciones con sangre, fiebre y tenesmo. El tratamiento incluye reposo intestinal, hidratación y el uso de antibióticos de amplio espectro. En caso de perforación o estrechez, puede ser necesaria la intervención quirúrgica.

Colitis por radición:

Esta condición puede tener efectos tanto a corto como a largo plazo, y puede generar proctitis, colitis y proctocolitis (que se presentan meses o años después del tratamiento). Los síntomas incluyen evacuaciones con presencia de sangre y de poco volumen, así como mucorrea, tenesmo, incontinencia, estenosis, obstrucción y fístulas.

Colitis colágena y linfocítica:

Este cuadro es común en mujeres de mediana edad y se caracteriza por producir diarrea acuosa, voluminosa (más de 2 litros diarios) y sin sangre. En la mayoría de los casos, los pacientes tienen buen estado general, lo que hace que el diagnóstico diferencial con el síndrome del intestino irritable sea complicado.

 

La variedad linfocítica es mucho más frecuente que la colágena, y la etiología de estas enfermedades es desconocida. A menudo, el cuadro se resuelve espontáneamente, por lo que es difícil determinar la eficacia del tratamiento. El abordaje terapéutico es escalonado, comenzando con antidiarreicos como la loperamida, seguidos de sulfasalazina o derivados de 5-ASA, esteroides e inmunosupresores.

Colitis eosinofílica:

Es una patología poco común que ocasiona la infiltración de eosinófilos en la pared de cualquier parte del tracto gastrointestinal. En caso de que el colon se vea afectado, suele ser más común que se presente en el colon derecho.

El cuadro clínico se caracteriza por dolor abdominal, diarrea, sangrado y pérdida de peso. Los pacientes suelen tener antecedentes de alergia o intolerancia alimentaria. En un 80% de los casos se puede encontrar eosinofilia periférica.

En la endoscopía, la enfermedad es indistinguible de la enfermedad de Crohn, pero la biopsia muestra un infiltrado inflamatorio eosinófilo mayor en la mucosa y submucosa.

El tratamiento se basa en el uso de esteroides e inmunosupresores. La cirugía solo se realiza en casos muy raros de perforación intestinal. Tiene un buen pronóstico y no hay mayor riesgo de cáncer.

Colitis por derivación:

Se presenta en pacientes que han sido sometidos a cirugías de derivación del tránsito intestinal, y se caracteriza por la inflamación del segmento distal del intestino. Los síntomas varían desde pacientes asintomáticos hasta aquellos con dolor abdominal, tenesmo, secreción rectal purulenta o sanguinolenta.

 

Se cree que se produce como resultado de un déficit de nutrientes intraluminales para los colonocitos, como los ácidos grasos de cadena corta. El tratamiento ideal es la restauración del tránsito intestinal; si esto no es posible, se han utilizado enemas con esteroides o ácidos grasos de cadena corta, los cuales parecen ser efectivos.

Tiflitis neutropénica:

Los síntomas incluyen dolor intenso en el cuadrante inferior derecho, diarrea acuosa con o sin sangre y, en algunos casos, sepsis y shock. La necrosis puede progresar a gangrena y perforación, lo que aumenta la tasa de mortalidad a un 50%.

 

Aunque la causa exacta es desconocida, la neutropenia se considera un factor de riesgo importante. El tratamiento se enfoca en el soporte vital, incluyendo la hidratación y el reposo intestinal, junto con una terapia con antibióticos de amplio espectro. Además, es esencial abordar la neutropenia. En casos de perforación, se puede requerir cirugía con resección del segmento afectado.

Colitis química o por medicamentos:

Se han reportado casos de colitis secundarias al uso de enemas jabonosos, peróxido de hidrógeno, hierbas medicinales, vinagre, permanganato de potasio y diatrizoato de meglumina (Hypaque).

 

La gravedad del cuadro dependerá del tipo y concentración del agente cáustico, tiempo de contacto y presencia o no de una enfermedad colónica previa. El tratamiento se basa en medidas de soporte y enemas con corticoides. En casos severos, se debe administrar antibioterapia de amplio espectro por un periodo de cuatro a seis semanas.

Colitis Ulcerativa o ulcerosa (CUCI):

La colitis ulcerosa es una enfermedad crónica inflamatoria del intestino grueso cuya causa aún es desconocida. Esta patología tiene una base inmunológica, genética y psicológica, y afecta la mucosa del recto y una porción variable del colon. Aunque no existe una cura médica para la enfermedad, el tratamiento médico puede mejorar la calidad de vida de la mayoría de los pacientes.

Existen factores genéticos que predisponen al individuo a que su sistema inmunológico responda exageradamente e incontroladamente a factores desencadenantes aún no identificados.

 

Las acciones del sistema inmunológico provocan múltiples mecanismos inespecíficos de inflamación, que dañan el tejido intestinal de manera permanente debido a la activación y amplificación constante de estas cascadas inmunológicas inespecíficas e inflamatorias. Los principales síntomas son diarrea con presencia de mucosidad y sangre, y tenesmo rectal.

Es fundamental conocer la extensión del daño en la mucosa, que se determina mediante un examen colonoscópico con inspección visual para observar la división entre la mucosa sana y la mucosa lesionada.

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